domingo, 7 de febrero de 2021

Iniciándome

 

—Y en tu caso, ¿cómo fue la primera vez? —Pregunté con prudencia pues apenas llevaba en la empresa unas semanas y solo la conocía de los breves encuentros en la máquina de café.

—Tan complicado como imagino que te está resultando a ti —me sonrió — ¿Quieres un café?

—Sí, claro.

—¿Sí, claro, al café o a que te está resultando difícil esta primera vez?

Me disculpé y organicé mejor mis respuestas. La afirmación era con respecto al café, que apenas tomo, pero poder prolongar ese rato era esencial para lograr algo más de seguridad. El sí también hacía referencia a la complicación para afrontar mi primera vez. En condiciones normales no hubiese recurrido a su experiencia, pero me dijeron que si había alguien en la organización que supiera cómo hacerlo, debía acudir a la persona que tenía delante de mí, sacando el café en ese momento.

—Sí, muy difícil. Sin embargo, me han contado que después todo te resultó sencillo.

—Quizás sí, pero no olvides que la jefa también es mujer y no se experimenta igual entre dos mujeres que, como en tu caso, entre un hombre y una mujer. Lo que sientes es distinto.

Mi compañera, con varios años de antigüedad en la empresa, quiso sorprenderla con la dureza de la mujer empoderada que puede con todo, que no reprime ningún sentimiento, demostrándole que el sexo no le suponía ninguna traba cultural o social. En definitiva, que estaba abierta a cualquier opción que pudiese darse.

Desde esa claridad partía en sus relaciones, por eso era tan importante aprender con ella. Al principio la directora, sorprendida por la vehemencia de sus proposiciones, fue renuente, pero después, según cuentan otros compañeros, tragó con todo lo que mi compañera quiso. Al parecer se desenvolvió con mucho arte en el terreno erótico. Nadie imaginaba que ambas llegarían a compenetrarse tan bien. De hecho, asumió obscenidades que mi imaginación hubiese sido incapaz de crear. Si lo que contaban de mi jefa era cierto, habría que pensar en ella como alguien fácil de manipular.

Y, sin embargo, aproximarme a su despacho me generaba una tensión increíble. Debía profundizar en mi investigación si deseaba conseguir mi propósito, aunque resultara demasiado insolente.

—Dicen que hacías lo que querías con ella —me lancé.

—Bueno, comprobó que era la mejor, y cuando vio mi rendimiento en ese terreno no tuvo otra opción que apostar por mí.

—Y si te iba tan bien, ¿por qué terminasteis?

—Mira, Sánchez, esa mujer es muy buena, sabe montárselo como pocas, pero el director que tengo ahora me ofrece cosas que con ella no podía conseguir —sonrió con la picardía de saber que yo entendía perfectamente a qué se refería. Continuó:

—Sé que es diferente, pero al final todo es sexo, y te aseguro que ahora estoy mucho más satisfecha —mantuvo esa sonrisa que me sedujo por completo.

—¿Y qué posibilidades crees que puedo tener con ella?

La respuesta a esa pregunta fue clave en todo lo que sucedió después. Comprendí en un momento cómo desarrollar mi estrategia para cautivarla. Terminé el café y volví a mi despacho dispuesto a preparar la mejor versión de mí mismo. Organicé todas las ideas que despertaban en mi mente. De repente, el erotismo llegó a su máxima expresión. No podía dejar de pensar en dos cuerpos haciéndose el amor sin tregua, lamiendo cada rincón de piel que encontraban en su senda, logrando que ambos sexos alcanzaran una unión perfecta, y que gemidos y gritos buscaran el aire sobrante de unas bocas que se devoraban.

Descansé un instante y quedé colgado de un atardecer que ponía fin a un día cargado de inquietud. Recordé entonces su respuesta:

«Ella siempre actúa de la misma forma. Toma tu relato, lo lee con una expresión que no deja transmitir nada. Cuando finaliza debes estar atento y observarla. Fíjate bien en el brillo de sus ojos. Si le ha gustado, su mirada te envuelve y su boca se abre ligeramente».

Mi compañera me aseguró que las palabras que fluyen después se interrumpen por un leve gemido. Ese sería el momento en que sabría que mi relato saldría publicado en el siguiente número de la revista erótica.

 

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La puerta abierta

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