No me correspondían las vacaciones en julio, pero mi jefa decidió que era preferible que cogiera el primer turno y «que me relajara». Dicho así parecía un buen deseo, pero yo sabía que no era eso, sobre todo cuando añadió: «o te vas de vacaciones o te despido». Lo cierto es que el impacto de sus palabras me atenazó, que mi diosa me hablase de esa forma fue insoportable, si bien entendía sus razones.
Llevó
muy mal que la galería donde expusieron aquellas esculturas maravillosas, se
quejara a la dirección de la revista de que no era razonable mi comportamiento:
yo solo me había masturbado tres veces delante de aquella mujer que me
recordaba tanto a… Y lo asumí, debía recrearme con el castigo que mi jefa
quisiera ejercer sobre mí.
Fue
error mío, sí, pero como otros incidentes que habían ido ocurriendo, desde que
estaba trabajando con ella, solo deseaba normalizar mi sexualidad, y no lo
conseguía de becario en una revista donde el sexo es el centro de nuestras
vidas. A veces el problema aparecía cuando me aproximaba a las fuentes de
documentación, y ocurrían incidente. Sin embargo, la mayoría de ocasiones las causas
se debían a mis conductas erráticas. Todos esto sería diferente si mi jefa, mi
amor platónico…
¿Platónico?
Al
principio quizás fuera un sentimiento romántico, los primeros días, en los que
me deleitaba escuchándola, contemplándola, persiguiendo los besos que se le
escapaban al respirar, como recordaba la canción.
Después
no fue así. Y, ahora, conforme pasaba el tiempo, era mucho peor. En el momento
que cerraba los ojos la imaginaba a ella, y desde luego no desde una
perspectiva etérea, sublime. Muy al contrario.
De
hecho, cuando salí de su despacho, tras detener mi corazón amenazándome con
despedirme, fue increíble. Me recosté en el asiento, cerré los ojos y rememoré
cómo acepté su propuesta.
—¡Por
favor no me eches! —Supliqué.
—Sánchez,
me lo pones muy complicado.
—Sé
que mi conducta no ha sido adecuada, pero a tu lado puedo crecer y…
—No se
trata de eso —Interrumpió—. No puedo creer que te atraiga más una escultura que
—dudó un instante— yo, que una mujer de verdad quiero decir.
—¡No
es así! —Alcé la voz.
—¡Pero
si te corriste en su cara!
—Imaginando
que era la tuya —Confesé.
—¿Qué
dices, loco?
—Decenas
de veces he soñado con ese momento, y con otros.
—Es
tan real —Apenas
—¿Otros,
Sánchez?
—Sí,
sueño con tus tetas, con acariciarte el culo, agarrar con fuerza tus glúteos,
separarlos y después…
—Detente,
Sánchez, ¿Qué te ocurre? —Volvió a interrumpir mi discurso.
—Jefa,
tú sabes que te deseo y que me vuelve loco estar contigo y…
—Mañana
te vas de vacaciones o te despido. Ya te avisaré cuándo debes reincorporarte.
Muchas
veces he divagado por mi imaginación, delirando, creyendo que eran situaciones reales,
hasta que volvía a la realidad. En esta ocasión fue diferente, me dejé arrastrar
por la urgencia de sentir que podía perderla, por la pasión que siento cuando
estoy a su lado, y opté por lo peor: decirle todo lo que sentía, sin ningún
filtro, en caliente, tal cómo yo me sentía en ese momento,
Me fui
de vacaciones, con la angustia de no saber si algún día volvería y, caso de
hacerlo, con qué rostro me postraría ante ella.
Me fui desesperado.
Gran historieta, pero necesito mas partes de este joya porque..... Bueno
ResponderEliminarno pude acabar ;).Saludos desde Venezuela.